Escena V
Dichos. DOÑA EULALIA
EULALIA.— (a la Marquesa.) Ya les tienes ahí.
LA MARQUESA.— ¡Jaime, Gabriela...! EULALIA.— (mirando por los cristales de la derecha.) Ya se ve el coche en la curva de Prats.
LA MARQUESA.— Voy a encontrarles. Señor de Jordana, ¿quiere usted darme el brazo? JORDANA.— (ofreciéndole el brazo.) Ahí va, señora. Y lo que siento es que no sea de oro macizo.
LA MARQUESA.— ¡Ay!, si fuera de oro macizo... no me lo daría usted. (Vanse por la escalera.) HUGUET.— Saludaré a tu hija... y me marcho. Hoy me ha mandado que siga comprando.
MONCADA.— (desechando una idea.) ¿Y a mí, qué? Allá él. ¡Qué dicha no tener que decir compro ni vendo! Facundo, ya no compro más que la salvación eterna; y vender... no vendo nada. Adiós.
HUGUET.— Adiós.