Escena XI
CRUZ; VICTORIA, GABRIELA, MONCADA, JORDANA, JAIME, DOÑA EULALIA, LA MARQUESA, SEÑORAS y CABALLEROS, que entran por el claustro, entre ellos, ceremoniosamente, una mujer vestida al uso del país con un niño en brazos, envuelto en ricas mantillas y capa de bautizo. Siguen las HERMANAS DE LA CARIDAD, un MONAGUILLO. Suena el órgano.
CRUZ.— (retirándose a la izquierda del proscenio, como para dejar pasar la comitiva, huyendo del compromiso de unirse a ella.) ¡Para qué me traerá Jordana a estas mojigangas! Mi salvajismo se subleva... (Reparando en Victoria.) ¡Mi mujer! Guapa está en verdad.
EULALIA.— (avanzando hacia Cruz y mirándole de arriba abajo, con desprecio.
Márquese bien el aparte, guardando la distancia que el mismo aparte exige.) (Hombre sin corazón, enemigo de Cristo, Judas que le vendes, sayón que le azotas, ¿qué buscas aquí?) (Cruz parece entender por la mirada las expresiones de doña Eulalia, y se vuelve para otro lado, encontrándose frente a La Marquesa.) LA MARQUESA.— (mirándole con rencor, también aparte, a distancia conveniente.) (Bandido de la ley, perseguidor del débil, verdugo de los pobres: mal cuadra aquí tu insolencia si no vienes a humillarte y a renegar del Diablo a quien adoras.) (Vuélvese Cruz para el otro lado y ve a Gabriela.) GABRIELA.— (aparte.) (¡Que Dios te confunda, monstruo, y aumente tus riquezas, hasta hacerlas tan grandes como la mar, para que en ellas naufragues y te ahogues!) CRUZ.— (aparte, también, con ira y desprecio.) (Furibundas vienen hoy estas pécoras. (Por las dos señoras mayores.) ¡Y esta mocosa! ¡Que modo de mirar!) VICTORIA.— (mirando a Cruz que se ha retirado al otro extremo del proscenio y clava en ella los ojos.) (¡Mal ceño trae mi pobre monstruo!... Descuida... La loca de la casa está hoy muy inspirada, y te amansará. (Rodéanla las señoras y Hermanas de la Caridad. Coge el niño de brazos de la nodriza. Dirígense a la iglesia. El órgano vuelve a sonar, tocando una marcha religiosa. Los invitados y las Hermanas siguen a Victoria y entran en la iglesia.) JORDANA.— (a Cruz, indicándole que entre.) ¿Y usted no...? CRUZ.— (displicente.) No quiero. Me quedo aquí. (Apártase Jordana algo corrido.
Pasan todos a la iglesia, menos Cruz y Moncada.)