Escena VIII
Dichos. GABRIELA y UNA SEÑORA, que aparecen por una de las puertas de la izquierda. Poco después JAIME y DANIEL, por la derecha.
GABRIELA.— (en la puerta.) ¿Pero dónde te metes? Buscándote hace media hora.
VICTORIA.— Pero si os perdisteis... Digo, me perdí yo.
GABRIELA.— Hija, no has visto la cocina... ¡Ay, qué cocina! LA SEÑORA.— ¡Y qué despensa! No ha visto usted cosa igual. (Avanzan las dos en la escena.) GABRIELA.— Ven, ven.
MONCADA.— Está fatigada. Dejadla.
VICTORIA.— Irá si hay tiempo.
LA SEÑORA.— Venga usted. Es una maravilla de orden y limpieza.
GABRIELA.— (señalando a la puerta.) Por esta escalera bajamos en un momento.
(Llévase a Victoria.) LA SEÑORA.— Usted también, D. Juan. (Aparece en la puerta una Hermana con mandil.) MONCADA.— ¿Yo también?... Vamos allá. (Aparecen Daniel y Jaime en la puerta de la iglesia.) Jóvenes, ¿no quieren ustedes admirar las grandiosas cocinas? JAIME.— No, señor, las admiraremos sin verlas... cuando nos sirvan el rancho.
MONCADA.— Abur. (Vase con la Señora por la izquierda.) JAIME.— ¿Sabes que me da en la nariz olorcillo de guisote? DANIEL.— De componenda quieres decir. Jordana es un buen repostero y prepara el pastel.
JAIME.— ¿Qué piensas tú? ¿Tienes la reconciliación por imposible? DANIEL.— No. Triunfarán las leyes, la moral...
JAIME.— ¡Las leyes, la moral, la religión!... Todo este conjunto artificioso es el soberano constitucional, que reina y no gobierna. Quien manda de verdad es la Naturaleza.
DANIEL.— Tienes razón. Pero la Naturaleza paréceme a mí que ha perdido también los papeles, ¡y hace cada disparate...! En fin, declaro que me aburro aquí soberanamente.
JAIME.— Yo también. Pero no puedo marcharme. Esposo amante, no sé vivir separado de mi cara mitad, y corro tras ella. (Dirígese a la puerta de la izquierda.) DANIEL.— ¿Dónde estará mi madre? (Como espantado de verse solo.) No puedo estar solo... ¡Me tengo miedo! (Al dirigirse al claustro, ve a Cruz y Jordana que llegan despacio, el segundo como enseñando al primero el edificio.) ¡Ah!, ¡el monstruo!... Ya no me voy.