Escena XV
MONCADA, VICTORIA, SOR MARÍA DEL SAGRARIO
MONCADA.— (que continúa sentado.) Me parece que Dios no dirá nada...
(Queda profundamente abstraído. Aparecen por una de las puertas de la derecha, Victoria y Sor María del Sagrario. Esta viste el hábito del Socorro, blanco con manto negro; Victoria el de novicia, enteramente blanco, y trae en la mano un palmito de Domingo de Ramos, labrado y adornado con flores. Moncada no nota la entrada de las dos mujeres, ni ellas reparan en él hasta después de un breve rato.)
SOR MARÍA.— No están aquí.
VICTORIA.— ¿Pero dónde se han metido? (Viendo a Moncada, creyéndole dormido.) ¡Ah!, mi padre... Chist. (Imponiendo silencio a la otra, acércase de puntillas.) Se ha quedado dormido.
MONCADA.— (viéndola a su lado, con viva sorpresa.) ¡Ah!... Victoria...
VICTORIA.— ¿No me esperabas?... (Con orgullo.) Mira, mira lo que te traigo...
Para mañana, Domingo de Ramos...
MONCADA.— (muy afectado.) ¡Ah!... sí, el palmito. (Vencido de la emoción no puede contener el llanto, y cogiendo las manos de su hija, se las besa.) VICTORIA.— (confusa.) ¿Pero qué... lloras?