Escena V
MONCADA, JORDANA
MONCADA.— ¡Cuánto me alegraría de que sus negociaciones, amigo Jordana, tuvieran un éxito feliz! Francamente, esa separación no me gusta.
JORDANA.— Ante todo, Cruz quiere tener una entrevista con usted.
MONCADA.— Pues cuando guste. ¿Debo ir allá? JORDANA.— Quizás puedan verse aquí. Rechazó con malos modos mi invitación...
Pero me puse tan pesado y tan fastidioso, que al fin pude arrancarle la promesa de venir, por supuesto, dándole las seguridades de que no habrá himno, ni memorial presentado por las señoras, ni discurso mío, ni nada de lo que él llama mojiganga.
MONCADA.— Dudo que venga, a pesar de ese cambio en el programa.
JORDANA.— Por si acaso, iré a buscarle. (Mirando su reloj.) No; ya no puedo.
Daré el encargo a mi primo.