Escena XV
CRUZ, JORDANA
JORDANA.— (en la puerta del buffet.) ¿Pero usted no toma nada? CRUZ.— (con displicencia.) Gracias.
JORDANA.— Está de mal temple.
CRUZ.— (llamándole.) Dígame. ¿Es cierto que mi mujer piensa ser directora de...
no sé... vamos, de esto? JORDANA.— Tales son sus deseos.
CRUZ.— ¿Y usted consiente...? JORDANA.— ¿Pues no he de consentir? ¡Y a mucha honra...! CRUZ.— ¡Jordana! (Amenazador.) Le juro a usted... Vamos, de mí no se ríe nadie; y si esta idea de secuestrar a mi mujer llega a ser un hecho, se verá quién es José María Cruz. Pegaré fuego a la casa, azotaré a las Hermanas... y a usted...
JORDANA.— (con dignidad, retirándose.) Señor Cruz...
CRUZ.— (procurando dominarse.) Perdone usted... No sé... Supongo que todo es broma.
JORDANA.— No lo tengo por tal... Será directora, sí señor. Y yo tan contento. ¿Ve usted esas habitaciones que aún no están ocupadas? (Señalando a la primera puerta de la derecha.) Ahí se instalará.
CRUZ.— ¿Ahí? (Acercándose a la puerta.) Está bien. (Llamando.) ¡Eh...! ¿No hay aquí criados? Que avisen a mi casa para que venga Lluch... y dos o tres mozos...
JORDANA.— ¿Pero qué hace usted? CRUZ.— Pues mandar que me traigan aquí mi cama, mi mesa, mis libros de contabilidad...
JORDANA.— ¿De veras? CRUZ.— Sí, hombre, aquí me instalo también. Quiero velar por la niñez... Me interesa extraordinariamente la generación que ha de sucedernos, los que ahora son pequeñitos y mañana serán grandes.
JORDANA.— ¡Y usted...! (Entusiasmado.) Venga un abrazo, Sr. Cruz.
CRUZ.— (rechazándole.) No, nada de abrazos. Repito que si mi mujer viene aquí, yo también...
JORDANA.— Bien decía yo que eso de la separación era una tontería.
CRUZ.— Claro, una tontería... Nada; cuatro palabras un tanto vivas, un talón que va y vuelve, un hacha levantada... Tuve celos; ya no. (Recorriendo la escena excitadísimo.) Lo diré a cuantos quieran oírlo... Que me traigan al clérigo; que me traigan a todos los clérigos del mundo, y les diré que sus envidias de mi felicidad no llegan hasta mí...
JORDANA.— (Nunca le vi tan agitado. Carácter que se desquicia, hombre rendido...
Será nuestro al fin.) (Aparece Victoria por el buffet.) (Victoria... No estorbemos.) (Pasa al buffet.)