Skip to main content

El Abuelo: Escena VII

El Abuelo
Escena VII
    • Notifications
    • Privacy
  • Project HomeBenito Pérez Galdós - Textos casi completos
  • Projects
  • Learn more about Manifold

Notes

Show the following:

  • Annotations
  • Resources
Search within:

Adjust appearance:

  • font
    Font style
  • color scheme
  • Margins
table of contents
  1. Portada
  2. Información
  3. Prólogo
  4. Dramatis Personæ
  5. Jornada I
    1. Escena I
    2. Escena II
    3. Escena III
    4. Escena IV
    5. Escena V
    6. Escena VI
    7. Escena VII
    8. Escena VIII
    9. Escena IX
    10. Escena X
    11. Escena XI
    12. Escena XII
  6. Jornada II
    1. Escena I
    2. Escena II
    3. Escena III
    4. Escena IV
    5. Escena V
    6. Escena VI
  7. Jornada III
    1. Escena I
    2. Escena II
    3. Escena III
    4. Escena IV
    5. Escena V
    6. Escena VI
    7. Escena VII
    8. Escena VIII
    9. Escena IX
    10. Escena X
    11. Escena XI
    12. Escena XII
    13. Escena XIII
  8. Jornada IV
    1. Escena I
    2. Escena II
    3. Escena III
    4. Escena IV
    5. Escena V
    6. Escena VI
    7. Escena VII
    8. Escena VIII
    9. Escena IX
    10. Escena X
    11. Escena XI
    12. Escena XII
    13. Escena XIII
    14. Escena XIV
    15. Escena XV
  9. Jornada V
    1. Escena I
    2. Escena II
    3. Escena III
    4. Escena IV
    5. Escena V
    6. Escena VI
    7. Escena VII
    8. Escena VIII
    9. Escena IX
    10. Escena X
    11. Escena XI
    12. Escena XII
    13. Escena XIII
    14. Escena XIV
    15. Escena XV
    16. Escena XVI
    17. Escena XVII
  10. Autor
  11. Otros textos
  12. CoverPage

Escena VII

GREGORIA, EL CONDE, las dos niñas, SENÉN y VENANCIO.

GREGORIA.— (Besando la mano al CONDE.) Bien venido sea mi señor…

VENANCIO.— Y que entre en su casa con bendición.

EL CONDE.— (Con señorial bondad.) Gracias, gracias, mis buenos amigos Venancio y Gregoria. Me alegro de veros contentos y saludables… digo, como veros… (Mirándoles fijamente.) No, no veo bien más que las cosas grandes.

VENANCIO.— ¿Se sienta el señor aquí? (Conduciéndole a un sillón de vaqueta, junto a la mesa de nogal.)

EL CONDE.— Donde quieras.

NELL.— Y ahora nosotras, abuelito, hemos de vestirnos a escape…

EL CONDE.— Sí, sí; no os detengáis.

DOLLY.— Pronto volveremos, papaíto… Vendrá mamá con nosotras… supongo.

EL CONDE.— Sí, sí… (Las besa.) Hasta luego…

GREGORIA.— (Dándoles prisa.) Vivo, vivo… Vais a llegar tarde. (Vase GREGORIA con las niñas.)

SENÉN.— Yo también, con permiso del señor Conde, me retiro.

EL CONDE.— Sí, sí… Ve a disparar cohetes…

SENÉN.— Si el señor me necesita…

EL CONDE.— No… muchas gracias… Y me alegro de que te ausentes… No, no es por nada ofensivo para ti, Séneca… o Senén. ¿Te lo digo?

SENÉN.— Nada que usía me diga puede ofenderme.

EL CONDE.— Pues deseo que te marches, porque… Hijo, gastas un perfume, que marea. Los aromas demasiado fuertes me dan vahídos… Dispénsame… (Dándole la mano, y acariciando la de SENÉN.) perdóname que te despida con una impertinencia.

SENÉN.— (Desconcertado.) Señor… una gotitas de heliotropo…

EL CONDE.— No he dicho nada… Abur.

SENÉN.— (Aparte, retirándose.) Malas pulgas trae el león flaco de Albrit.

Annotate

Next / Sigue leyendo
Escena VIII
PreviousNext
Powered by Manifold Scholarship. Learn more at
Opens in new tab or windowmanifoldapp.org