Escena X
Los mismos; VENANCIO y un MOZO con paraguas y capotes.
VENANCIO.— Locos buscándole, señor Conde… En cuanto vi venir el nublado, salimos… Mira por aquí, mira por allá. Nos dicen que en el bosque… nos dicen que en la playa, nos dicen que en la gruta.
EL CONDE.— Es muy de agradecer tu solicitud. Nos hemos mojado poco. Las chiquillas, tan contentas.
VENANCIO.— A casa. La humedad no es buena para usía. Lo ha dicho el médico.
EL CONDE.— (Con humorismo.) Pues si lo ha dicho el médico… boca abajo. Vamos a donde quieras. Tú mandas, Venancio.
VENANCIO.— Yo no mando, señor.
EL CONDE.— (Levantándose.) Que sí. Eres el amo, y aquí estamos todos para obedecerte.
DOLLY.— (Displicente.) No necesitamos de tu oficiosidad, Venancio. Nada nos pasa, y sabemos volver a casa.
EL CONDE.— (Chancero.) Ya lo ves… Te riñe esta mocosa. Chiquilla, no: hay que respetar las jerarquías… Vaya, pongámonos en marcha, conforme al deseo del señor de la Pardina… Yo te digo, Venancio, que hoy has sido muy previsor… No, no quiero capote. Supongo que será tuyo… Póntelo tú.
NELL.— (Dando el brazo a su abuelo.) Yo contigo.
EL CONDE.— Sí… y vayan delante Venancio y la pintora. Adelantaos todo lo que queráis. Esta y yo no tenemos prisa, ni hemos de perdernos. Adiós, Marqueza. Que prosperes… que vivas muchos años.
LA MARQUEZA.— (Despidiéndoles afectuosa.) Vayan con Dios… Señorita Nela, señorita Dola, la Virgen las acompañe.