Escena VI
Sala baja en la Pardina. En paredes, techo y muebles, aspecto de venerable antigüedad, bien conservada.
GREGORIA y VENANCIO.
GREGORIA.— (Asomándose a una ventana.) Ya está aquí Capitán… ¡Oh!… allí vienen. (Asustada.) ¡Jesús, lo que veo!
VENANCIO.— ¿Qué?
GREGORIA.— ¡El Conde con ellas, el señor Conde!
VENANCIO.— Sin duda ha venido a pie por el atajo del bosque. Es gran andarín.
GREGORIA.— ¡Pero qué viejo está! Mira, mira.
VENANCIO.— (Mirando.) ¡Y qué mal trajeado! Da pena verle… ¡Quién fue siempre la misma elegancia…!
GREGORIA.— ¿Sales a recibirle?
VENANCIO.— (Con prisa.) A escape… Prepárale café, que de fijo lo pide al entrar…
GREGORIA.— Sí, sí…
VENANCIO.— (Desde la puerta.) Y manda un recado al señor Cura, que nos dijo que le avisáramos en cuanto el Conde llegase…
GREGORIA.— (Aturdida, sin saber a qué atender primero.) El café… recado al Cura… ¿Y la comida? Voy. ¡Pero si ya están aquí! ¡Jesús me valga!…