Skip to main content

La de San Quintín: Escena XVIII

La de San Quintín
Escena XVIII
    • Notifications
    • Privacy
  • Project HomeBenito Pérez Galdós - Textos casi completos
  • Projects
  • Learn more about Manifold

Notes

Show the following:

  • Annotations
  • Resources
Search within:

Adjust appearance:

  • font
    Font style
  • color scheme
  • Margins
table of contents
  1. Portada
  2. Información
  3. PERSONAJES y ACTORES
  4. ACTO I
    1. Escena I
    2. Escena II
    3. Escena III
    4. Escena IV
    5. Escena V
    6. Escena VI
    7. Escena VII
    8. Escena VIII
    9. Escena IX
    10. Escena X
    11. Escena XI
    12. Escena XII
    13. Escena XIII
    14. Escena XIV
  5. ACTO II
    1. Escena I
    2. Escena II
    3. Escena III
    4. Escena IV
    5. Escena V
    6. Escena VI
    7. Escena VII
    8. Escena VIII
    9. Escena IX
    10. Escena X
    11. Escena XI
    12. Escena XII
    13. Escena XIII
    14. Escena XIV
    15. Escena XV
    16. Escena XVI
    17. Escena XVII
    18. Escena XVIII
    19. Escena XIX
  6. ACTO III
    1. Escena I
    2. Escena II
    3. Escena III
    4. Escena IV
    5. Escena V
    6. Escena VI
    7. Escena VII
  7. Autor
  8. Otros textos
  9. CoverPage

Escena XVIII

Dichos; RUFINA, ROSARIO por la izquierda, segundo término. ROSARIO permanece junto al emparrado, y no avanza hasta que VÍCTOR queda solo.

RUFINA.— (Corriendo hacia VÍCTOR.) Chiquillo, ¿qué haces? Nosotras aguardándote allá.

DON CÉSAR.— Hija mía, apártate de ese hombre.

RUFINA.— (Asustada.) ¿Por qué, papá...?

CANSECO.— D. César no quiere que nadie se le aproxime.

RUFINA.— (A su padre.) Papá, ¿qué ha hecho Víctor?

DON CÉSAR.— (Aparte a RUFINA y a DON JOSÉ.) Nada... Es inocente...

RUFINA.— No entiendo.

DON JOSÉ.— Yo sí... pero explícanos...

DON CÉSAR.— (Con gran desaliento.) No puedo... la verdad me quema los labios... Imposible que yo declare mi afrenta. (Cae desvanecido en un sillón.) Me siento muy mal... yo me muero.

(Rodéanle todos menos VÍCTOR.)

Me falta valor para esta crisis de honra, de conciencia. No sé más que padecer, y maldecir mi destino, y culpar al cielo y a la tierra. (Con inquietud nerviosa se incorpora en el sillón, sostenido por DON JOSÉ y RUFINA.) ¡Oh! siento que por mis venas corre fuego, hiel, vergüenza!...

VÍCTOR.— (Anonadado.) ¡Pavoroso enigma!... ¿Pero de qué me acusan, vive Dios? (Con rabia, cerrando los puños.) ¿De qué debo acusarme?

DON CÉSAR.— ¡Acusarte!... de nada, de nada... No, no digo nada, no puedo... Siento una cobardía que me abruma... No puedo, no puedo...

VÍCTOR.— ¡Dios mío!

RUFINA.— (Abrazando a su padre.) ¿Estás enfermo?

DON JOSÉ.— Llevémoslo adentro.

CANSECO.— Y avisar al médico.

DON JOSÉ.— Sí, sí.

DON CÉSAR.— (Conducido por DON JOSÉ, RUFINA y CANSECO.) Hija mía... mi única verdad. (La besa, llevándola abrazada.)

DON JOSÉ.— Vamos, ven.

(Vanse por la derecha.)

Annotate

Next / Sigue leyendo
Escena XIX
PreviousNext
Powered by Manifold Scholarship. Learn more at
Opens in new tab or windowmanifoldapp.org