Skip to main content

La de San Quintín: Escena IV

La de San Quintín
Escena IV
    • Notifications
    • Privacy
  • Project HomeBenito Pérez Galdós - Textos casi completos
  • Projects
  • Learn more about Manifold

Notes

Show the following:

  • Annotations
  • Resources
Search within:

Adjust appearance:

  • font
    Font style
  • color scheme
  • Margins
table of contents
  1. Portada
  2. Información
  3. PERSONAJES y ACTORES
  4. ACTO I
    1. Escena I
    2. Escena II
    3. Escena III
    4. Escena IV
    5. Escena V
    6. Escena VI
    7. Escena VII
    8. Escena VIII
    9. Escena IX
    10. Escena X
    11. Escena XI
    12. Escena XII
    13. Escena XIII
    14. Escena XIV
  5. ACTO II
    1. Escena I
    2. Escena II
    3. Escena III
    4. Escena IV
    5. Escena V
    6. Escena VI
    7. Escena VII
    8. Escena VIII
    9. Escena IX
    10. Escena X
    11. Escena XI
    12. Escena XII
    13. Escena XIII
    14. Escena XIV
    15. Escena XV
    16. Escena XVI
    17. Escena XVII
    18. Escena XVIII
    19. Escena XIX
  6. ACTO III
    1. Escena I
    2. Escena II
    3. Escena III
    4. Escena IV
    5. Escena V
    6. Escena VI
    7. Escena VII
  7. Autor
  8. Otros textos
  9. CoverPage

Escena IV

DON JOSÉ, DON CÉSAR.

DON JOSÉ.— Por lo que veo, sus desdenes no te curan de tu loca inclinación.

DON CÉSAR.— Usted lo ha dicho: inclinación ciega, locura... No puedo remediarlo. Es mi temperamento, es mi carácter que se embravece con los obstáculos, mayormente cuando conoce que son más artificiosos que sinceros. Rabiando, rabiando está ella por amasar su nobleza sin jugo con la vulgaridad substanciosa de la casa de Buendía. Sólo que con habilidad suma regatea su consentimiento para obtener las mayores ventajas.

DON JOSÉ.— (Levantándose airado.) Repito que...

DON CÉSAR.— (Flemático.) Pero, padre, abdica usted, ¿sí o no?

DON JOSÉ.— (Sentándose.) ¡Ah, ya no me acordaba!... Haz lo que quieras... No digo nada. Me he metido en Yuste, y desde mi humilde monasterio, asistiendo a mis propios funerales, veo cómo te las gobiernas solo.

DON CÉSAR.— Me las gobernaré como pueda...

DON JOSÉ.— Ya no intervengo más que para hacer cumplir una de las últimas disposiciones de mi reinado. Di: ¿vendrá pronto el amigo Canseco?

DON CÉSAR.— Le espero de un momento a otro.

DON JOSÉ.— Y nos dirá si ese pobre joven acepta o no...

DON CÉSAR.— ¿Pero usted lo duda?... ¿Qué más puede desear?... Pues no sé... Le damos, por su linda cara, un barco magnífico...

DON JOSÉ.— Sí, con todas las maderas podridas... Está como nosotros. En fin, sepamos si ese diligente notario...

DON CÉSAR.— (Que se acerca al foro como para dar órdenes.) En nombrando al ruin de Roma... Aquí está ya.

Annotate

Next / Sigue leyendo
Escena V
PreviousNext
Powered by Manifold Scholarship. Learn more at
Opens in new tab or windowmanifoldapp.org