Escena XIV
ROSARIO, VÍCTOR, que aparece por la izquierda, segundo término, momentos antes de salir DON CÉSAR, y se detiene acechando su salida.
VÍCTOR.— Se fue... Paréceme que hablaban ustedes con cierta agitación. ¿Qué ocurre?
ROSARIO.— (Turbada y confusa.) Nada, no...
VÍCTOR.— (Cogiendo las latas.) ¿Llevo esto?
ROSARIO.— (Se las quita.) No, ahora no, ¡Dios mío, lo que he hecho! (Lávase precipitadamente las manos en la jofaina.) Víctor, perdóname. No, no me perdonarás... Imposible.
VÍCTOR.— (Alarmado.) ¿Pero qué...? ¿Qué hace usted?...
ROSARIO.— Ya ves: lavarme las manos, como Pilatos... digo, no; soy culpable... las tengo ensangrentadas.
VÍCTOR.— (Sin comprender.) ¡Rosario!
ROSARIO.— ¡Ay, Víctor de mi alma! La verdad sobre todo... ¿No piensas eso tú?
VÍCTOR.— Sí.
ROSARIO.— ¿Siempre, y en todo caso?
VÍCTOR.— Siempre, siempre.
ROSARIO.— (Dejando la toalla, corre hacia VÍCTOR y le pone ambas manos en el pecho, interrogándole con mirar cariñoso.) ¡Víctor!
VÍCTOR.— ¿Qué?
ROSARIO.— ¿Me querrás siempre, siempre?
VÍCTOR.— (Fascinado y sin saber qué responder.) ¡Rosario!
ROSARIO.— ¡Pero qué loca estoy, Dios mío! Le tuteo a usted... ¡Qué inconveniencia!
VÍCTOR.— Es la verdad que hierve y sale...
ROSARIO.— Sí, sí... Y ahora, vuelvo a repetir: ¿me querrá usted siempre, siempre, a pesar de...?
VÍCTOR.— (Vivamente.) ¿A pesar de qué?
ROSARIO.— De... de esto. Porque el cariño de usted es lo que más estimo en este mundo; y estoy condenada, sí (Con vivísima emoción.) , a que usted me aborrezca.
VÍCTOR.— ¿Yo...? ¡Qué desvarío! ¡Pero qué...! ¿Llora usted?
ROSARIO.— (Secando sus lágrimas.) No, no.
VÍCTOR.— (Con pasión.) Impóngame usted los mayores sacrificios, la esclavitud más dura; sométame a pruebas dolorosas. Este amor no me parecerá bastante puro y grande si no padezco por él agonías de muerte.
ROSARIO.— (Con profunda tristeza.) No pida usted pruebas. Ya vendrán.
VÍCTOR.— Pero explíqueme usted...
ROSARIO.— No puedo decir nada. Me voy...
VÍCTOR.— (Queriendo detenerla.) No...
ROSARIO.— ¡Oh, déjeme usted...! Ahora voy... al horno. (Con risa forzada.) Ya ve usted, tengo que llevar... (Señalando las dos latas de masa.) y quiero ver cómo ha salido mi hornada... Adiós... adiós.
(Se aleja rápidamente por la izquierda, segundo término.)