Escena VII
Dichos; RUFINA por el fondo con una cesta de huevos.
RUFINA.— Hoy van ocho.
DON JOSÉ.— (Examinando embelesado los huevos, y mostrándolos al MARQUÉS.) ¡Vea usted qué hermosura!
EL MARQUÉS.— ¡Oh, sí!
DON JOSÉ.— Y puede usted asegurar que no hay en el mundo gallinas tan ponedoras como las mías.
EL MARQUÉS.— Así lo proclamaré urbi et orbe, y ¡guay de quien lo ponga en duda!
LORENZA.— (A RUFINA.) Señorita, la llave para sacar el azúcar.
DON JOSÉ.— (Asombrado.) ¡Azúcar!
ROSARIO.— Claro... para las rosquillas.
DON JOSÉ.— ¡Ah! ya.
RUFINA.— Tarea de cinco libras, abuelito.
DON JOSÉ.— Pues una libra de azúcar. Saca el azúcar y la canela (Tentándose los bolsillos.) ¿Tienes tú las llaves?
(RUFINA da las llaves a LORENZA.)
Libra y media de manteca, ¿sabes?...Primero separas las claras; bates bien las yemas con el azúcar, y cuando esté bien espeso, lo...
LORENZA.— (Interrumpiéndole.) Si ya sé, señor...
DON JOSÉ.— Digo que haces tú la primera pasta, para facilitarles el trabajo... Anda.
(Vase LORENZA.)
Con que... señor Marqués, ¿vamos a probar la sidra?
EL MARQUÉS.— Andiamo... y después me bajo al establecimiento. Con que abur. (A ROSARIO.) A trabajar se ha dicho. (Con intención.) Afinar bien la masa...
DON JOSÉ.— En marcha.
(EL MARQUÉS le da el brazo. Vanse por el fondo.)