Escena XII
ROSARIO, RAFAELA.
ROSARIO.— Sácame también un par de blusas.
RAFAELA.— (Forcejeando con la cerradura sin poder abrirla.) Señorita, no puedo abrirlo.
ROSARIO.— Pues déjalo. Saca la ropa de este (El que está abierto.) y la vas poniendo en aquel armario de nogal. (Señalando al interior por la puerta de la derecha.)
RAFAELA.— (Impaciente.) ¡Maldita cerradura!
ROSARIO.— Alguien habrá por ahí que te ayude.
(Óyense fuertes golpes en la pared, por la derecha.)
¿Qué es esto?
RAFAELA.— Parece que derriban la casa.
ROSARIO.— Vamos; date prisa. Mira, yo lo sacaré. Vete a traerme agua. (Revolviendo en una bandeja de ropas que RAFAELA, al salir, dejó sobre la silla.) Aquí está el de cuadros. Este no me gusta.
(Lo saca; y al volverse hacia la derecha para extenderlo sobre una silla, ve a VÍCTOR, que entra por la puerta derecha, segundo término, trayendo martillo, cortafríos y el metro. ROSARIO se asusta, da un ligero grito. Quédase VÍCTOR suspenso, inmóvil, contemplándola.)