Escena V
Dichos; DON JOSÉ, RUFINA; después LORENZA.
DON JOSÉ.— (Entrando fatigado.) Ya se han ido. Gracias a Dios.
EL MARQUÉS.— Yo también me voy. (Estrechando las manos a DON JOSÉ.) Mi querido patriarca...
DON JOSÉ.— Amigo mío... César, acompáñale. Si encuentra usted por el camino a Rosario, dígale que la espero impaciente. Adiós.
EL MARQUÉS.— Bien. (Despidiéndose.) Señor Canseco...
RUFINA.— (Entrando presurosa.) Ahí está D. Buenaventura de Lantigua.
DON JOSÉ.— ¿Más visitas...? (A DON CÉSAR.) Recíbelo tú. Di que estoy rendido. Después te vienes aquí. Tengo que hablarte.
DON CÉSAR.— (Con desabrimiento.) (¡Dichosas visitas!).
(Vanse por el fondo EL MARQUÉS y DON CÉSAR. Entra LORENZA que, ayudada de RUFINA, recoge el servicio del refresco.)
CANSECO.— Yo también me despido... (Abraza a DON JOSÉ.) Con que... No faltar a la reunión de mayores contribuyentes en el Ayuntamiento.
DON JOSÉ.— (Sentándose fatigado.) No faltaré... Adiós.
(Vase CANSECO.)