Skip to main content

La Desheredada: II

La Desheredada
II
    • Notifications
    • Privacy
  • Project HomeBenito Pérez Galdós - Textos casi completos
  • Projects
  • Learn more about Manifold

Notes

Show the following:

  • Annotations
  • Resources
Search within:

Adjust appearance:

  • font
    Font style
  • color scheme
  • Margins
table of contents
  1. Portada
  2. Información
  3. Primera parte
    1. Capítulo I. Final de otra novela
      1. I
      2. II
      3. III
      4. IV
    2. Capítulo II. La Sanguijuelera
    3. Capítulo III. Pecado
    4. Capítulo IV. El célebre Miquis
      1. I
      2. II
      3. III
      4. IV
    5. Capítulo V. Una tarjeta
    6. Capítulo VI. ¡Hombres!
      1. I
      2. II
      3. III
      4. IV
    7. Capítulo VII. Tomando posesión de Madrid
    8. Capítulo VIII. Don José y su familia
      1. I
      2. II
      3. III
    9. Capítulo IX. Beethoven
      1. I
      2. II
    10. Capítulo X. Sigue Beethoven
    11. Capítulo XI. Insomnio número cincuenta y tantos
    12. Capítulo XII. Los Peces (sermón)
      1. I
      2. II
      3. III
    13. Capítulo XIII. ¡Cursilona!
    14. Capítulo XIV. Navidad
      1. I
      2. II
      3. III
    15. Capítulo XV. Mariano promete
    16. Capítulo XVI. Anagnórisis
    17. Capítulo XVII. Igualdad.—Suicidio de Isidora
    18. Capítulo XVIII. Últimos consejos de mi tío el Canónigo
  4. Segunda parte
    1. Capítulo I. Efemérides
    2. Capítulo II. Liquidación
      1. I
      2. II
      3. III
    3. Capítulo III. Entreacto con la Iglesia
    4. Capítulo IV. A o b... Palante
      1. I
      2. II
    5. Capítulo V. Entreacto en el café
    6. Capítulo VI. Escena vigésimaquinta
    7. Capítulo VII. Flamenca Cytherea
    8. Capítulo VIII. Entreacto en la calle de los Abades
      1. I
      2. II
      3. III
    9. Capítulo IX. La caricia del oso
    10. Capítulo X. Las recetas de Miquis
      1. I
      2. II
      3. III
    11. Capítulo XI. Otro entreacto
    12. Capítulo XII. Escenas
      1. I
      2. II
      3. III
      4. IV
    13. Capítulo XIII. En el Modelo
      1. I
      2. II
      3. III
    14. Capítulo XIV. De aquellas cosas que pasan...
      1. I
      2. II
      3. III
    15. Capítulo XV. ¿Es o no es?
      1. I
      2. II
    16. Capítulo XVI. Las ideas de Mariano.—La síntesis
    17. Capítulo XVII. Disolución
      1. I
      2. II
      3. III
      4. IV
    18. Capítulo XVIII. Muerte de Isidora.—Conclusión de los Rufetes
    19. Capítulo XIX. Moraleja
  5. Autor
  6. Otros textos
  7. CoverPage

II

Y algunos días después de esto, Mariano estaba en la encrucijada que llaman las Cuatro Calles, mirando indeciso las vías que allí concurren, sin saber cuál escoger para entrar por ella. Oigámosle:

«¿Iré a casa de mi tía? No, que llama a los de Orden público y me cogen. ¿Iré a ver a mi hermana? No, que estará allí Gaitica. ¿A dónde iré?... Dejémonos ir. Por aquí, por la Carrera abajo, veré la gente que va a paseo, veré los coches, subiré al Retiro, y me estaré allí toda la tarde... Hace buen tiempo, tengo dos duros y no se me da cuidado de nada... Ya empieza a pasar la pillería. Allá va un coche..., y otro y otro. Toma, aquel es de ministro. Chupa—gente, ¿sabe el coche? Oigasté, ¿y si le dijeran: «Suelte lo que no es suyo?...». Ahí va otro. ¡Cuánto habrá robado ese hombre para llevar cocheros con tanto galón!... Anda, anda, y allí va un cochero montado en el caballo de la derecha, con su gorrete azul y charretera... ¡Eh!, y en el coche van dos señoras... ¡Vaya unas tías, y cómo se revuelcan en los cojines! Oigan ustés, ¿de dónde han sacado tanto encaje? Y qué abrigaditas con sus pieles... Pues yo tuve anoche mucho frío, y ando con los zapatos rotos. Paren, paren el coche, que voy a subir un ratito. Estoy cansado. ¡Valientes tías!... Subiré por el Dos de Mayo. Por aquí va mucha gente a pie.

»Este Retiro es bonito; sólo que..., de aquellas cosas que pasan, habiendo tantos que tienen frío, el pueblo debía venir aquí a cortar leña... Entro por este paseo de los muñecos de piedra con las manos y las narices rotas. ¡Qué feos son!... Hola, hola, ¿niñitos con guantes? ¡Y cuántos perifollos gasta esta familia! Con lo que lleva encima la criada había para vestir a cuatro mil pobres... El papá debe de haber robado mucho. Está gordo como un lechón... De consiguiente, que lo abran en canal... Tomemos por aquí a la derecha, para ir a la Casa de Fieras... Pero no entraré; estoy cansado de verlas. ¡Puño, cuánto coche! Allá va D. Melchor acompañando a dos niñas. Sí, para ti estaban, bruto. Son las niñas de Pez. Y el Sr. Pez va también con la gran tripa llena de billetes de Banco, que ha tragado... Más coches, más coches, más. Bien dice el maestro que lo bueno sería que toda esta gente no tuviera más que un solo pescuezo para ahorcarla toda de una vez... De consiguiente, todos viviríamos al pelo... Pero ¿qué es aquello que viene allí? ¡Ah!, ya sé. Primero un batidor a caballo. Después el gran coche con seis caballos... Puño, y toda esa gente de galones, ¿para qué sirve? Miale, miale, cómo saluda a todo el mundo, sombrero en mano; y ella también saluda, moviendo la cabeza. Descuidar, que alguno habrá que vus arregle. Yo lo que digo es que muerto el perro se acabó la rabia, y que muerta la cabeza, manos y pies se mueren... Miales, miales; dan vueltas para que les vean mejor. Ahora vuelven para acá; ya vus hemos visto bien.

»¡Valientes perdularios! Si hubiera un hombre de corazón, ¿a dónde iríais a parar todos? Todos os pasaríais al partido de los pobres. ¡Vivan los pobres! digo yo, y caiga el que caiga. ¡Abajo los ladrones!... Puño, vienen más coches, todos con tías brujas o con mozas guapas muy tiesas. Ya, ya; ¿sombrillita para que el sol no les queme las caras? Pues yo, tías brujas, ando al sol y al aire, con los zapatos rotos, y la blusa rota, muerto de frío; con que... ¡Eh!... ¿Quién es aquel que va a caballo? ¿No es Gaitica? El mismo, un chulo vestido de persona decente. Y saluda a dos que van en un coche. Todo porque estos días ha ganado al juego muchos miles. Ladrón, ruletero, chulapo, ordinario, canalla. Apuesto a que pasa por junto a mí y no me saluda; ¿apostamos? Aquí viene; me acercaré para que me vea. Le hablaré en flamenco. «Buenas tardes, zeñó Zurupa».

Esto decía Mariano acercándose a un jinete que avanzaba por la orilla del paseo, montado en un caballo español puro, de cuello corvo y movimientos tan gallardos como pesados. El jinete vio al chico, y entre bromas y veras, sacudió el siniestro brazo, y con el látigo, quizás sin pensarlo, le cruzó la cara, diciéndole: «Granujilla...».

Annotate

Next / Sigue leyendo
III
PreviousNext
Powered by Manifold Scholarship. Learn more at
Opens in new tab or windowmanifoldapp.org