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Vigencias de don Benito: LA CEGUERA DEL ALMA: SIN CARIDAD NO EXISTE MISERICORDIA

Vigencias de don Benito
LA CEGUERA DEL ALMA: SIN CARIDAD NO EXISTE MISERICORDIA
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  1. PORTADA
  2. CONTRAPORTADA
  3. ÍNDICE
  4. INTRODUCCIÓN
  5. I MARGINALIDAD DE MARIANELA Y REPRESENTACIONES DE GÉNERO
    1. AMORES EN TIEMPOS DESIGUALES
    2. CRUELES NO SON, PERO MACHISTAS: LA REPRESENTACIÓN DE LA MASCULINIDAD Y FEMINIDAD EN MARIANELA Y TRISTANA
  6. II TRISTANA REVISITADA
    1. EL PREDADOR Y SU VÍCTIMA: EL INCESTO Y EL TRAUMA PSICOSEXUAL EN TRISTANA
    2. UNA SOCIEDAD INMISERICORDE: LA DISCAPACIDAD EN LA SOCIEDAD DE TRISTANA
  7. III CARAS DE LA MISERICORDIA
    1. LA CEGUERA DEL ALMA: SIN CARIDAD NO EXISTE MISERICORDIA
    2. LA FANTASÍA Y LA REALIDAD SON LA DOBLE CARA EN MISERICORDIA
  8. OBRAS CITADAS

LA CEGUERA DEL ALMA: SIN CARIDAD NO EXISTE MISERICORDIA

María Suazo

La caridad es la reina de las virtudes, como el hilo entrelaza las perlas, así la caridad a las otras virtudes; cuando se rompe el hilo caen las perlas. Por eso cuando falta la caridad, las virtudes se pierden.San Pío de Pietrelcina

Galdós en algunas de sus más icónicas novelas hace referencia al tema de la caridad. Misericordia es una de esas obras en las que Galdós pone en manifiesto, a través de una gama de personajes, la importancia de poner en práctica esa virtud. Como autor, él busca mostrar la verdadera cara del ser humano, cómo los sentimientos falsos pueden arroparnos y jugar una doble moral que puede convertir a muchos en falsos caritativos, ciegos del alma, y faltos de bondad. Galdós deja plasmado en sus novelas los defectos que muchos seres humanos esconden debajo de la piel, ¿mostrando? sus verdaderas virtudes que nada tienen que ver con la caridad o la misericordia como son: el egoísmo, la crueldad, la envidia, el desamor hacia el prójimo y la ceguera del alma.

La primera carta a los Corintios se nos dice: “La caridad es sufrida, es benigna; la caridad no tiene envidia, no hace sinrazón, no se ensancha; no piensa el mal; no se huelga de la injusticia, mas se huelga de la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” (13:). En Misericordia podemos palpar a través del personaje de Benina, cómo Galdós pone ¿de manifiesto? este pasaje bíblico en su personaje principal. Ella es ejemplo de un dechado de virtudes que, sin importarle su paupérrima condición, se muestra tal y como es, caritativa, verdadera, sin una doble moral y sin falsedad. Su verdad es el amor, la compasión, dar sin esperar ser recompensa, compartir lo mucho o poco que la vida le ofrece. En Benina se puede ver la verdadera cara de la caridad a través de un personaje común y corriente, quien, sin vestirse de gala, hace un festejo con lo que le regala Dios a través de sus misericordias logrando así cambiar la vida de muchos. Cabe destacar que a través del personaje de Benina, Galdós no sólo hace una fuerte crítica a una sociedad ambivalente, con doble cara, doble moral y vacía de emociones. Galdós a través de esta novela pone también de manifiesto su sentir sobre la sociedad española del siglo XIX y la problemática socioeconómica imperante en esos tiempos, donde existía una desigualdad muy marcada entre pobres y ricos.

En este ensayo voy a hacer un análisis sobre una de las obras más realistas de Galdós, Misericordia. Voy a profundizar sobre sus personajes y cómo se ve plasmado, a través de ellos, el tema de la caridad falsa, la ceguera espiritual y física existente en la obra. También analizaré la importancia de la caridad en Misericordia a través de diferentes personajes y diferentes facetas, tanto la religiosa como la moral. De igual modo, me enfocaré en mostrar que “sin caridad no puede existir misericordia.” Enfocaré mi estudio en mostrar la ceguera espiritual del alma, aquella que nos impide pensar en el prójimo, convertir nuestro corazón en una roca sólida e ¿impenetrable? Centraré mi estudio en cuatro vertientes: La caridad vista desde el mundo de Benina y de doña Francisca, la virtud caritativa desde los ojos del ciego Almudena, comparado con los de Frasquito, la falsa caridad de don Carlos y su ceguera espiritual, y la finalmente la oposición entre la verdadera y falsa caridad.

Estar ciegos no es solamente una discapacidad física, también puede ser una condición espiritual. Es posible ser ciegos del alma, siendo esta la peor ceguera de la que se pueda padecer. Tomando en cuenta que el alma es inmaterial e inmortal, que sólo se separa del cuerpo hasta morir, es allí, en el alma, en donde florecen los sentimientos, los más puros y nobles o los más crueles y egoístas que se puedan sentir. Es indiscutible que Galdós coloca el nombre a su personaje principal en un sentido figurativo a lo religioso y lo bíblico. Galdós lo utiliza de manera subjetiva al comparar a Benina con el lado espiritual y a través de ella hacer un contraste entre lo humano, cuerpo y materia, y lo inhumano, alma y espíritu. Tomando en cuenta la intención de Galdós de mostrar qué tan ciega puede ser el alma, voy a contrastar dos personajes, tomando en cuenta el sentido de la caridad vista desde los ojos del alma de Benina y desde los ojos del alma de doña Francisca.

Benina sentía un amor ciego por su ama doña Francisca, ese amor incondicional, limpio, pulcro, capaz de rebasar los límites de la cordura por ella. Para Benina, Doña Francisca era como su familia, como una hermana, aunque por su sangre no corría ningún lazo de unión filial entre ambas. Benina fue capaz de mendigar para alimentar a la anciana Paca, pasando frío, hambre y calamidades en la Iglesia de San Sebastián y en las calles de Madrid. Sin embargo, para ella, nada de lo que hacía por doña paca era un sacrificio, siempre lo hizo con la paciencia, el amor y los cuidados que se tienen por alguien a quien se ama de manera incondicional. Benina demuestra lo caritativa que era cuando era capaz de desprenderse de lo que conseguía con las limosnas para alimentar no sólo a Doña Francisca, sino también a su hija Obdulia, la hija de doña Paca, a quien Benina amaba como una verdadera hija. Benina se sentía en la obligación moral de cuidar de Doña Francisca cuando esta perdió todos sus bienes materiales y quedó en la indigencia después de la muerte de su esposo. Para ella, cuidar de la anciana era un deleite y sacrificarlo todo por su amada Paca, también lo era. Benina no sólo era ese ser caritativo que cuida de su familia adquirida, ella, de igual manera, brinda amor y cuidado al necesitado, como lo hace un verdadero cristiano. Al ahondar en las páginas de esta novela, nos damos cuenta de que los corazones limpios son aquellos que hacen una diferencia para con los demás. Esta es Benina, un ser dispuesto a cambiar la vida de los que la rodean.

Benina es descrita por su amigo Almudena, el verdadero ciego en la novela, como la mujer más santa del mundo, Ella es la mujer ideal, así lo indica cuando este cuenta su historia fantástica en donde le dan la potestad de pedir un deseo él siente que su amiga fiel de infortunios, con la que recorre las calles de Madrid pidiendo y mendigando junto a él, es esa mujer perfecta de su historia, el ángel que lo cuida y lo cura cuando estaba enfermo. Benina no sólo dedicó su vida en sacrificarse por su Paca, sino también brindaba un rinconcito de amor en su corazón para todos los que la conocían. Ella es descrita como una santa, y no estaban tan lejos de la realidad ya que sólo una santa es capaz de brindar un amor incondicional como ella, con la capacidad de dar sin esperar recibir nada a cambio más que la gloria eterna y la misericordia divina. Como nos pide el Señor Jesús en su palabra, dar sin esperar ser recompensados, eso es ser un buen cristiano.

El narrador describe a Benina como un ser especial, como alguien que muy a pesar de la vida que le tocó vivir, fue capaz de conservar las buenas cualidades que, por lo general, se pierden ante la ardua batalla que hay que enfrentar en la pobreza: “señá Benina... era la más callada y humilde de la comunidad, si así puede decirse; bien criada, modosa y con todas las trazas de perfecta sumisión a la divina voluntad. Tenía la Benina voz dulce, modos hasta cierto punto finos y de buena educación” (Misericordia 13). Antes los ojos del narrador, la protagonista irradia una luz especial, que ilumina los caminos más oscuros porque su luz sale del alma limpia y generosa que categoriza a los que tienen el don de la bondad y la caridad, este mágico don que puede convertir en santo. Benina es descrita por el narrador como una santa especial, no como cualquier santa sino, como aquella que aboga a favor de los casos imposibles capaz de hacer o realizar milagros. La caridad que se desprende del alma de Benina es incalculable, tiene un corazón enorme, noble, con la capacidad de amar al prójimo como a ella misma y hasta más allá.

Como dicen las sagradas escrituras, “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4,4). Galdós muestra, a través de Benina, la realidad de este pasaje bíblico, ya que aquello que comemos sólo fortalece nuestro cuerpo, pero no fortalece nuestra alma, la que sólo se fortalece con el amor que sentimos en nuestros corazones. Lo que sentimos por el prójimo, la caridad, la misericordia, el amor, es lo que fortalece nuestro espíritu y nos permite ser mejores seres humanos. A pesar de todo, el amor y los cuidados que Benina brindó a los que ella consideraba su familia, no recibió de ellos ni siquiera una milésima parte de lo que ella les brindó, cuando sus vidas giraron 190 grados y Doña Francisca logró cumplir su anhelo de volver a ser la Señora Francisca. Tras recibir su herencia, se ven cumplido los refranes que dicen: “cada uno da lo que tiene en su corazón” y “Dime de lo que alardeas y te diré de lo que careces”. Una vez más, Galdós muestra las carencias del alma, la ceguera espiritual que destruye a los seres humanos.

Una vez que la señora Francisca cambia su estatus social, vuelve a ser la mujer vanidosa, creída y arrogante que era en sus momentos mozos, mordiendo la mano de quien tantas veces sació su hambre, Benina. La Señora Francisca no sólo hiere los sentimientos de Benina mostrándose así misma como un ser déspota, despiadado, aunque a la misma vez, infeliz. Doña Francisca reconoce que Benina es buena, que su vida estaba vacía sin su Nina, hasta el punto de decir que ella sin Benina no era capaz ni de pensar, “¿Yo?... no sé... no puedo pensar... Me falta la inteligencia, me falta la memoria, me falta el juicio, me falta Nina.” (Misericordia 199). Sin embargo, todo ese amor por Nina se fue transformando poco a poco cobrando el dinero y la buena fortuna, un lugar importante en el corazón de Doña Paca, reemplazando a Nina por lo material, aunque en el fondo de su corazón nada de lo que tenía le proporcionaba la felicidad como cuando Benina hacía todo por verla feliz. Doña Francisca sufre la ceguera del alma, esa que sólo puede reemplazarla el verdadero amor cómo el que Benina sentía por ella. A Doña Francisca le ganó la ambición, permitiendo que los demás maltrataran al único ser humano limpio, pulcro y caritativo que había conocido en su vida. “Perdóneme; ya no me acordaba de que he perdido a la compañera de mi vida...No se consolaba Doña Paca de la ausencia de Nina, ni aun viéndose rodeada de sus hijos...” (Misericordia 217). En este pasaje, Galdós trata de mostrar que el dinero y la opulencia no construyen la felicidad, que el alma no se sacia con banalidades y que, en la vida de cada ser humano, hace falta mucho más que el dinero o los bienes materiales para sentirse plenamente feliz. En el caso de doña Paca el amor que Benina le brindaba era más sincero y valioso que todo el dinero adquirido, mucho más puro que el falso amor que recibía de su propia familia.

En esta novela, Galdós muestra a uno de los personajes más reales de esta obra literaria, con la capacidad de amar incondicionalmente, con una virtud caritativa que, vista desde los ojos de un ciego, se ve expresada a través de los ojos del alma. Almudena a pesar de su ceguera pudo amar a Benina desde su interior convirtiéndose en su compañero fiel de infortunios, su mano derecha, quien en los momentos difíciles de Benina fue capaz apoyarla, cuidarla y permanecer fielmente a su lado. Este personaje a pesar de su ceguera física mostraba ser más auténtico y sincero que muchos de los personajes que convivieron con Benina. A través de los ojos de Almudena se ver reflejada la verdadera cara de la caridad, como cuando Benina, desesperada por conseguir medicinas, para doña Paca, va en busca de ayuda donde su fiel lazarillo Almudena y este, sin pensar en él o en sus necesidades, es capaz de ayudarle incondicionalmente: “Sí, sí... Pongo lo mío de hoy, y ya falta tan poco, que no quiero molestarte más. ¡Gracias a Dios! Me parece mentira. ¡Ay, hijo, qué bueno eres! Mereces que te caiga la lotería, y si no te cae, es porque no hay justicia en la tierra ni en el cielo... Adiós, hijo, no puedo detenerme ni un momento más... Dios te lo pague...” (Misericordia 30). Esto es una de la más noble muestra de amor y lealtad que Almudena le brindó a su amiga despojándose de lo poco que tenía para ayudarla mostrando así su caritativo corazón. La bondad y el cariño entre ambos era incondicional, un amor más allá de lo carnal, un amor casi irreal. Cuando Almudena enferma, es su amiga quien se hace cargo de él, ella no temió contagiarse, por lo contrario, lo cuidó incondicionalmente. Sin embargo, esto no ocurre con Doña Francisca, quien, cuando Benina le expresa su angustia por la enfermedad de su amigo y la necesidad que ambos tenían de una mano caritativa, se niega y los arroja a su suerte sin la más mínima piedad: “A casa le traía, porque está enfermo, y no le voy a dejar en medio de la calle, replicó Benina con firme acento. Ya sé que eres buena, y que a veces tu bondad te ciega y no miras por el decoro. Nada tiene que ver el decoro con esto, ni yo falto porque vaya con Almudena, que es un pobrecito. Él me quiere a mí... y yo le miro como un Hijo.” (Misericordia 231). El amor de madre el más limpio y sano amor que existe, ese amor del alma que sobrevive para siempre, ese era el amor que recibía Almudena de su bella y santa Benina.

Existe otro personaje en el que Galdós muestra que se puede ser excéntrico y a la vez tener la capacidad de amar desde el alma y ser agradecido como es el caso de Frasquito. Este, a pesar de ser un bohemio soñador que vive en un mundo de apariencias, fue capaz de reconocer las virtudes de Benina, a quien comparó con un ángel, una santa capaz de despojarse de lo que tenía para ayudar al necesitado. Frasquito no olvidó esa mano caritativa, una persona que, en sus momentos de infortunios, fue capaz de desprenderse de todo lo que poseía para ayudarlo cubriendo su hambre y su soledad. Frasquito fue el único ser capaz de ayudar a su santa Benina cuando esta fue detenida por mendigar en las calles de Madrid. Fue él el único capaz de enfrentar a su amiga de sueños, Obdulia, por defender a Benina gritándole en su cara, a ella y a Doña Francisca, lo mal agradecida que habían sido con el único ser que se había dedicado a ellas en cuerpo y alma, sin pedir nada a cambio. Frasquito ve en Benina a un ángel capaz de cambiar las vidas de los que la rodean, una santa que sana los corazones necesitados, ciegos y faltos de caridad.

Galdós detalla claramente en su novela un personaje con una doble moral, un falso cristiano, uno o tal vez el único personaje adinerado en esta novela, Don Carlos Trujillo, el cuñado de Doña Francisca. Desde la primera página de Misericordia, Galdós hace referencia a la doble cara de la iglesia “Dos caras, como algunas personas, tiene la parroquia de San Sebastián...mejor será decir la iglesia...” (Misericordia 3). A continuación, describe a este personaje en particular: Don Carlos. Él es, sin duda, uno de los personajes más falsos de esta obra galdosiana. Él es alguien que cubría su verdadero yo en las limosnas que daba a los indigentes, aquellos que mendigaban en la iglesia a la que él asistía asiduamente. Don Carlos es el típico señor rico obsesionado con la caridad que piensa que, de esa manera, se libera de sus pecados, pero que resulta ser más falso que una moneda de medio centavo. Su alma está vacía y es ciega ante el dolor y la necesidad humana. Don Carlos es el único familiar que le queda a Doña Francisca por parte de su esposa, sin embargo, no se preocupa por cuidar o ayudar económicamente a la familia, a pesar de los bienes materiales que había adquirido a través de las desgracias de Doña Francisca, cuando esta queda desamparada, viuda y se ve forzada a deshacerse de sus pertenencias. Estas mismas son las posesiones que Don Carlos adquiere a muy bajo precio, aprovechándose de la necesidad económica que enfrentaba la susodicha. Don Carlos siente una obsesión ciega con la administración de sus bienes, siendo este otro indicio de que era un ser vacío, quien a pesar de sus asiduas visitas a la Iglesia, se aferraba a lo material dejando a un lado el verdadero servicio cristiano, la caridad. Don Carlos limpiaba sus culpas, su ceguera espiritual, tomando agua bendita de la pileta y dando dos monedas a los pobres creyendo que así liberaba sus culpas y recibiría el perdón divino de Dios. Galdós a través de Don Carlos nos demuestra que no es necesariamente aquel que va asiduamente a la iglesia a pedir liberación por sus pecados, el que se apiada de las necesidades humanas. En Misericordia se ve claramente que sólo aquel quien es realmente caritativo, como lo era Benina, quien daba todo sin recibir nada a cambio, quien teniendo poco daba tanto, era quien personificaba la verdadera cara de la caridad. Georg Christopher Lichtenberg dijo: “Ciertos hombres de mal corazón creen reconciliarse con el cielo cuando dan una limosna.” Ese era el personaje de Don Carlos quien, a través de sus limosnas, intentaba alcanzar el cielo, comprar el amor y respeto de los pobres y el perdón de Dios, ignorando que no es aquel que da limosnas el que ayuda a acabar con la pobreza, sino aquel que enseña los medios para abolirla. Como dijo Benjamin Franklin, “yo creo que el mejor medio de hacer bien a los pobres no es darles limosna, sino hacer que puedan vivir sin recibirla” (Campo Crespo 19). La bondad y el respeto por los demás está en dar sin esperar recibir nada a cambio. Don Carlos es la personificación perfecta de la ceguera espiritual, la ceguera del alma. Él es el vivo ejemplo de esos seres humanos que endiosan el dinero ignorando que la verdadera riqueza está en el interior, en el alma y en el corazón. En este pasaje del libro se puede visualizar claramente los sentimientos reales de Don Carlos y su corazón corrompido por la falta de compasión ante la necesidad de los que carecen de dinero, los pobres mendigos: “No te la esperabas hoy: di la verdad. ¡Con este día! ...replicó el ciego besando la moneda, porque hoy es el aniversario, y usted no había de faltar, aunque se helara el cero de los terremotos... Es verdad. Yo no falto. Gracias a Dios, me voy defendiendo, que no es flojo milagro con estas heladas...” (Misericordia 6). En Don Carlos vemos como él se auto-profesa como un ser que, a través de la caridad falsa, ha logrado abrir las puertas del cielo.

Existe entre esta gama de personajes que presenta Galdós en Misericordia, la cara de la verdadera y falsa caridad. Puedo decir que la más verdadera de todas es Benina, un ser capaz de amar, de dar todo sin importarle quedarse sin nada porque para ella lo más importante es la felicidad del prójimo. Otro personaje que amaba con el alma, que leía el corazón de las personas ahondando en los rincones más pequeños del alma por su condición de ciego era Almudena, él mostró ser incondicional, amar lo que no podía ver a través de sus ojos, pero sí sentir y ver con los ojos del alma, logrando amar a Benina con ese amor limpio que brota del alma, que sólo un corazón sincero y misericordioso es capaz de sentir. Otro personaje es Frasquito, quien a pesar de sus excentricidades y del mundo imaginario en el que vivía, nunca olvidó la mano caritativa de Benina, de las tantas veces que esta sació su hambre, colocándola en el lugar de un ángel: “Benina es un ángel se permitió decir tímidamente. Pida o no pida limosna, y esto yo no lo sé, es un ángel, palabra de honor.” (Misericordia 199). Entre los personajes con falsa caridad están Don Carlos y Doña Paca, dos seres desalmados por el egoísmo, la ambición de riqueza, el amor al dinero, la avaricia, la falta de caridad y de amor, pero sobre todo por vivir con el alma vacía.

Esta novela la podemos categorizar como una novela de amor, no del amor convencional al que estamos acostumbrados, sino más bien, el amor del alma, ese que prevalece para siempre más allá de la muerte, comparado con el amor que sintió Jesús, el mesías, por la humanidad hasta el punto de sacrificar su propia vida para salvarnos. En Benina vemos plasmado ese amor incondicional distinto a el amor que Galdós intenta mostrar a través de personajes ciegos en su interior, en el alma, criticando la doble moral, la desigualdad entre los que tienen todo, pero carecen de caridad y los que no tienen nada, pero son caritativos y misericordiosos. En Misericordia se muestra la verdadera cara de la caridad, una virtud que no está presente en todos los corazones.

En conclusión, en el marco de este estudio me he centrado en analizar, en esta obra galdosiana, lo que su autor busca mostrar sobre la verdadera esencia del ser humano y como lo externo es capaz de afectar lo interno. El contraste entre lo humano y lo espiritual, el egoísmo que nos corroe el alma y que nos convierte en personas vacías, faltos de caridad y misericordia mostrando la ceguera del alma, enseñando que cristiano no es el que asiduamente visita el templo y da limosna a los pobres, sino aquel que sigue los ejemplos de Jesucristo y es humilde en toda la extensión de la palabra. Dejaré una pregunta para que analicemos nuestro interior y lavemos nuestros corazones hasta dejarlos pulcros y renovados: ¿cuál es la peor ceguera que podemos padecer, la de la vista o la del alma; crees que sin caridad puede existir misericordia? Con San Pío de Pietrelcina cabe concluir: “Faltar a la caridad es como herir a Dios en la pupila de sus ojos. ¿Hay algo más delicado que la pupila del ojo?”

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