Carolina Coronado (1820-1911). “La poetisa en un pueblo”
¡Ya viene, mírala! ¿Quién?
—Ésa que saca las copias.
—Jesús, qué mujer tan rara.
—Tiene los ojos de loca.
Diga V., don Marcelino, 5[1]
¿será verdad que ella sola
hace versos sin maestro?
—¡Qué locura!, no señora;
anoche nos convencimos
de que es mentira, en la boda: 10
si tiene esa habilidad
¿por qué no le hizo a la novia,
siendo tan amiga suya,
décimas o alguna cosa?
—Una décima, es preciso 15
dije— el novio está empeñado:
«ustedes se han engañado
me respondió, no improviso».
—Siendo la novia su amiga,
vamos, ¿no ha de hacerla usté?—20
«Pero por Dios, si no sé,
¿no hasta que yo lo diga?»
La volvimos a rogar,
se levantó hecha una pólvora,
y en fin, de que vio el empeño 25
se fue huyendo de la boda.
Esos versos los compone
otra cualquiera persona,
y ella luego, por lucirse,
sin duda se los apropia. 30
—Porque digan que es romántica.
—¡Qué mujer tan mentirosa!
—Dicen que siempre está echando
relaciones ella sola.
—Se enseñará a comedianta. 35
—Ya se ha sentado ¡la mona!
Más valía que aprendiera
a barrer que a decir coplas.
—Vamos a echarla de aquí.
—¿Cómo?— Riéndonos todas. 40
—Dile a Paula que se ría.
—Y tú a Isabel, y tú a Antonia.
Ja ja ja ja ja ja ja.
¡Más fuerte, que no lo nota!
Ja ja ja ja ja ja ja. 45
Ya mira, ya se incomoda,
Ya se levanta y se va...
¡Vaya con Dios la gran loca!
Badajoz, 1845
Publicado en Álbum de Momo. Madrid, Imprenta de Wenceslao Ayguas de Izco, 1847, pp. 331.
Fig. 2. Federico de Madrazo, Carolina Coronado. Óleo sobre lienzo. Museo del Prado, c. 1855. Dominio público. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Carolina_Coronado,_por_Federico_de_Madrazo.jpg
En este poema se indica el número de versos como referencia para el debate de clase. ↑