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Defensa de las mujeres: Sección IV

Defensa de las mujeres
Sección IV
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  1. Cover Page
  2. Sección I
  3. Sección II
  4. Sección III
  5. Sección IV
  6. Sección V

77. Echado, pues, aparte el fundamento de la experiencia, sólo resta que se nos pruebe la pretendida desigualdad de entendimientos con alguna razón física. Pero yo afirmo que no hay alguna; porque sólo se puede recurrir, o a la desigualdad entitativa de las almas, o a la distinta organización, o diferente temperie de los cuerpos de ambos sexos.

78. A la desigualdad entitativa de las almas, no hay recurso; pues en la sentencia común de los Filósofos, todas las almas racionales en su perfección física son iguales. […]

79. [… B]ien pueden estarse firmes las mujeres que dicen que la alma no es varón, ni hembra, porque dicen bien.

80. En cuanto a la organización [fisiológica], bien creo yo que la variedad de ella puede variar mucho las operaciones de la alma, aunque hasta ahora no sabemos qué organización es la más oportuna para discurrir bien. Aristóteles pretende que los de cabeza pequeña son más discursivos. Conjeturo que antes de escribirlo tomó la medida a la suya. Otros votan a favor de las cabezas grandes […]. Esto es conforme a lo que dicen muchos, que cuanto el celebro es mayor en cantidad, se discurre mejor; lo que coligieron de haber observado en el hombre mayor celebro a proporción que en todos los demás animales. […] Digan lo que quisieren estos que andan tomando la medida a los miembros, para computar el valor de las almas, la experiencia muestra que entre hombres de cabezas grandes se hallan unos sutiles, y otros estúpidos; y de la misma manera entre hombres de cabezas pequeñas. Si la diferente magnitud de la cabeza, o del celebro indujera desigualdad en las operaciones del entendimiento, se hallaría ser muy desiguales en entender, y percibir los hombres muy desiguales en la estatura, pues a proporción de ella son mayores, o menores, así el cráneo, como el celebro; lo cual es contra la observación.

81. [S]i la ventaja en entender [358] se hubiese de arreglar a ese exceso material del celebro, sería menester que un hombre agudísimo tuviese cuarenta, o cincuenta veces mayor celebro que un fatuo, y que los hombres de mayor cuerpo fuesen generalmente más perspicaces que los de corta estatura, pues tienen también mayor celebro a proporción. Y si eso se lo hicieren creer al que escribe esto, les dará las gracias, porque le está bien. […]

84. Tampoco en la diferencia de temperamento puede fundarse la imaginada inferioridad del entendimiento femenino. No porque yo niegue que para el recto, o desordenado uso de las potencias de la alma, el temperamento hace mucho al caso.

85. Si se ha de estar a lo que enseña Aristóteles, se inferirá que el temperamento femenino es más a propósito para este efecto. Este Filósofo […] dice […] que los hombres de temperamento frío son más intelectuales, y discursivos que los de temperamento caliente; sin embargo de que en la misma cuestión entra suponiendo que en los climas ardientes son los hombres más ingeniosos que en los fríos (lo que yo tampoco creo […]).

86. El mismo Aristóteles enseña (y en esto convienen todos los Físicos, y Médicos) que la disimilitud de temperamento en los dos sexos está en que el hombre es cálido, y seco, y la mujer fría, y húmeda […] Siendo, pues, en sentencia de Aristóteles, el temperamento frío más oportuno para discurrir, como al contrario el caliente, y siendo las mujeres frías, y los hombres cálidos; se sigue que el temperamento femenino es más a propósito para entender, y discurrir bien, que el varonil.

87. Esta prueba es concluyente para los que creen cuanto dijo Aristóteles; pero a mí protesto que no me hace alguna fuerza: porque ni creo que en los Países ardientes hay mejores ingenios que en los fríos, ni que los hombres fríos son más ingeniosos que los calientes; y mucho menos que los de temperamento ígneo sean casi insensatos.

88. Humedad, y sequedad son las otras dos cualidades distintivas de los dos temperamentos. En atención a ellas, también se infiere de doctrina de Aristóteles que las mujeres son más perspicaces que los hombres. Los que asientan que la mayor cantidad de celebro trae consigo la facultad de entender mejor, lo fundan en que el hombre, que es el más advertido de todos los animales, tiene mayor celebro a proporción que todos. Ahora arguyó así: Aristóteles dice que el hombre es de temperamento más húmedo que todos los demás animales […]. Conque si de tener el hombre mayor celebro que los brutos, se infiere que el mayor celebro influye mayor discurso; de ser el hombre más húmedo que los brutos, se inferirá que la mayor humedad influye más conocimiento. La mujer es más húmeda que el hombre: luego será más inteligente que él.

[Nota: Feijoo continúa ridiculizando los argumentos de las autoridades clásicas en relación a la correlación entre inteligencia y temperamentos que servía para minusvalorar a la mujer]

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