Capítulo VIII. “Leontina. La emancipación de la mujer”
IV.
[p. 242] Creo haber demostrado, con ejemplos vivos y enérgicos, que no es posible la emancipación de la mujer, la cual necesita para todo del amparo del hombre.
Que el matrimonio es lo que enaltece y protege al sexo débil.
Y que la mujer sencilla y modesta, que solo sabe amar y cuidar a su familia, es el verdadero Ángel del Hogar, pues que atrae sobre él todas las bendiciones del cielo.
Ya lo hey dicho muchas veces. La ciencia no conviene a la mujer, como las faenas domésticas no convienen al hombre.
A cada uno ha señalado la religión y la sociedad sus atribuciones y es una locura querer trocarlas o violentarlas.
Ocúpese la mujer en amar a su esposo y a sus hijos, en embellecer su casa.
Ocúpese el hombre en los negocios y en el estudio, que es su misión.
Y olvidad, pobres mujeres, vuestros sueños de libertad y emancipación. Esas son teorías de cabezas enfermas, que jamás se podrán practicar. [p. 243] porque la mujer ha nacido para ser amparada y protegida por el hombre.
El ángel del hogar. Octava edición. Tomo II. Madrid, Librería General de Victoriano Suárez, 1904, pp. 242-243.