MITOS SOBRE LA VIOLENCIA SEXUAL[1]
INTRODUCCIÓN
La violencia sexual es un acto o múltiples actos de naturaleza sexual contra una persona o varias personas, o cuando se hace que esa persona realice un acto de naturaleza sexual por la fuerza, mediante la amenaza de la fuerza, o mediante coacción.[2] Podemos nombrar, por ejemplo: acoso sexual (verbal, físico, cibernético), tocamientos, amenazar el difundir fotos íntimas, chantaje sexual, obligar tener sexo sin métodos anticonceptivos, desnudez forzada, sexting forzado, etcétera.
Las sobrevivientes de violencia sexual se enfrentan a un sistema patriarcal colonial que las culpa en lugar de escucharlas. En América Latina 1 de cada 3 mujeres viven violencia sexual a lo largo de su vida. Es clave señalar que la ocurrencia y los impactos de la violencia sexual están frecuentemente “ocultos”, lo cual influye directamente en una subestimación significativa del nivel real de la frecuencia y los efectos causados por este tipo de violencia; de ahí, que, la cifra probablemente sea mayor.
Tenemos que hablar sobre la violencia sexual y para ello cuestionarnos las creencias erróneas sobre las agresiones sexuales.
SOBRE LOS MITOS
Son un conjunto de creencias que son erróneas y dañinas sobre la violencia sexual, pero que se consideran “verdaderas” y “normales” para muchos grupos. Los mitos hacen que se minimice la violencia sexual vivida, se revictimice a las sobrevivientes y se piense que la violencia sexual es “excepcional” cuando, de hecho, es socialmente aceptada e incentivada.
Muchas personas aprendimos estos mitos, por ello es fundamental que los revisemos y nos cuestionemos. Recuerda, la violencia sexual ni es un “crimen de honor” ni producto de un “desenfreno sexual incontrolable”.
La violencia sexual es violencia, es un crimen sexual.
MITOS RELACIONADOS CON LAS SOBREVIVIENTES
MITO DE LA PROVOCACIÓN
MITO: “Las mujeres siempre provocan la agresión sexual a través de su comportamiento o su forma de vestir”.
HECHO: Ningún comportamiento o forma de vestir justifican una agresión. Este mito quita la responsabilidad al agresor y la coloca en la sobreviviente. La idea de que cualquier mujer “busca” la violencia sexual es utilizado por los agresores para justificar su comportamiento violento.
Únicamente los agresores son los responsables de su propio comportamiento.
MITO DE LA MISMA PROBABILIDAD
MITO: “Todas las personas tienen la misma probabilidad de ser víctimas de violencia sexual”.
HECHO: Las mujeres tienen más probabilidades de ser víctimas de violencia sexual. Aunado a esto, la probabilidad de experimentar violencia sexual aumenta si eres menor de 24 años, si se está en un contexto de empobrecimiento, si se está en un contexto social que te discapacita (incluyendo procesos de estigmatización sobre trastornos psíquicos-sociales), si se está migrando, si eres una mujer racializada, si vives una orientación sexual o identidad de género que no se ajusta al régimen hetorosexista.
MITO DE LA INEXISTENCIA DE HOMBRES SOBREVIVIENTES
MITO: “No hay hombres sobrevivientes de violencia sexual”.
HECHO: Hombres y niños también son agredidos sexualmente. En efecto, las mujeres y las niñas tienen considerablemente más probabilidades de ser agredidas sexualmente, no obstante, los hombres menores de 12 años son particularmente vulnerables a sufrir delitos sexuales. Los hombres pueden ser agredidos independientemente de su edad, tamaño, fuerza, apariencia, orientación sexual o expresión de género.
Sin importar la edad, cuando los hombres son agredidos sexualmente, se enfrentan al estigma impuesto por los puntos de vista patriarcales sobre lo que “debería” ser un hombre.
MITO DE LA CREDIBILIDAD
MITO: “La mayoría de las mujeres mienten sobre la agresión sexual”.
HECHO: El número de denuncias falsas de agresiones sexuales es muy bajo, de hecho, coincide con el número de denuncias falsas de otros delitos. Las agresiones sexuales son uno de los delitos menos denunciados: en América Latina sólo alrededor de 5% de las sobrevivientes adultas de violencia sexual lo denunciaron a la policía.[3]
La mayoría de las mujeres no lo denuncian por miedo a ser humilladas o revictimizadas.
MITO DE LA REACCIÓN DE LA SOBREVIVENTE
MITO: “Si realmente sucedió, la sobreviviente podría contar fácilmente todos los hechos en el orden correcto”.
HECHO: El shock, el miedo, la vergüenza o la angustia pueden afectar la memoria. Muchas sobrevivientes intentan minimizar u olvidar los detalles de la agresión para lidiar con los recuerdos.
Después de la agresión sexual o al volver a contar lo vivido, algunas de las reacciones emocionales o de comportamiento de las sobrevivientes pueden ser inconsistentes con lo que otras personas asumen “debería” ser la reacción.
Deberíamos creer y apoyar a las sobrevivientes independientemente de su reacción emocional o de comportamiento.
MITO DE LA AUSENCIA DE DAÑO
MITO: “Experimentar violencia sexual no es perjudicial a largo plazo”.
HECHO: Las agresiones sexuales pueden tener graves efectos sobre la salud y el bienestar de las sobrevivientes. Las personas que han sido agredidas sexualmente pueden sentir miedo, enojo, entre otras emociones, también pueden sufrir depresión.
Las sobrevivientes pueden experimentar efectos físicos y emocionales nocivos independientemente de la edad en que se produce la violencia o los detalles de la agresión.
MITOS RELACIONADOS CON LOS AGRESORES
MITO DEL ESTEREOTIPO DEL AGRESOR SEXUAL I
MITO: “La agresión sexual es algo excepcional que sólo ocurre por parte un hombre desconocido”.
HECHO: Los hombres que tienen más probabilidades de agredir sexualmente a una mujer son conocidos (incluidos familiares). Esto no quiere decir que todos los hombres que conocen quieran lastimarlas, ni que las agresiones sexuales por extraños no existan, pero sí que los hombres que tienen más probabilidades de agredirlas no son extraños para las mujeres.
MITO DEL ESTEREOTIPO DEL AGRESOR SEXUAL II
MITO: “Los agresores sexuales son hombres desquiciados o enfermos”.
HECHO: Los agresores, conocidos o desconocidos, no son “desquiciados” ni “enfermos”: son hombres violentos. Además, al decir que los agresores son “enfermos”, contribuimos a la estigmatización de las personas con enfermedades mentales.
Lamentablemente, la violencia sexual no es excepcional, por el contrario, no sólo ocurre como práctica masiva “oculta” sino que, de hecho, es socialmente incentivada.
MITOS RELACIONADOS CON LAS CIRCUNSTANCIAS
MITO DE LA VIOLACIÓN COMO SINÓNIMO DE VIOLENCIA SEXUAL
MITO: “La violencia sexual sólo ocurre cuando hay violación”.
HECHO: La violencia sexual es un acto (o múltiples actos) de naturaleza sexual contra una persona, o cuando se hace que esa persona realice un acto de naturaleza sexual por la fuerza, mediante la amenaza de la fuerza, o mediante coacción. Podemos nombrar, por ejemplo: acoso sexual (verbal, físico, cibernético), tocamientos, amenazar el difundir fotos íntimas, chantaje sexual, obligar tener sexo sin métodos anticonceptivos, desnudez forzada, sexting forzado, etcétera.
Cuando se piensa a la sexualidad como mera genitalidad, se asume que la violencia sexual es exclusivamente violación (penetración genital forzada). La violación es violencia sexual, pero la violencia sexual es mucho más que eso.
MITO DEL ESTEREOTIPO DE LA AGRESIÓN SEXUAL
MITO: “La agresión sexual sólo ocurre cuando hay signos de lucha o alguna lesión física”.
HECHO: Muchas sobrevivientes están demasiado asustadas para luchar. Pueden congelarse de terror o darse cuenta de que la resistencia puede ser peligrosa. Es más, puede ser mucho más difícil, a nivel emocional, contraatacar cuando el agresor es alguien que conocen.
La falta de resistencia física o conocer al atacante no cambia el hecho de que cualquier actividad sexual sin consentimiento voluntario es violencia sexual.
MITO DEL ESPACIO ÚNICO DE LA AGRESIÓN SEXUAL
MITO: “La agresión sexual sólo ocurre en el espacio público”.
HECHO: La violencia sexual puede ocurrir en cualquier espacio: en el hogar, calle, escuela, centro religioso, trabajo, bar, transporte público, casa de alguien más o en cualquier otro lugar. Ningún lugar justifica una agresión sexual.
Lamentablemente, muchas mujeres viven agresiones sexuales múltiples perpetradas por la misma persona y/o por distintas personas en distintos espacios.
MITO DEL CONSENTIMIENTO ES LA AUSENCIA DEL “NO”
MITO: “Decir ‘no’ es la única forma de expresar su deseo de no continuar”.
HECHO: Muchos agresores justifican su comportamiento diciendo que, como ella no dijo “no”, ellos pensaron que obtuvieron el consentimiento. Consentimiento significa decir “sí” voluntariamente a las actividades sexuales. Además de decir “no”, hay muchas formas de comunicar el no-consentimiento, entre ellas:
- Si hay amenazas de fuerza o coacción, no hay consentimiento.
- Si la persona está intoxicada, no hay consentimiento.
- Si la persona está asustada para decir “no”, no hay consentimiento.
- Si la persona está dormida o inconsciente, no hay consentimiento.
El asunto es claro: si no hay consentimiento voluntario, esto es una agresión sexual.
MITO DEL “NO” QUE SIGNIFICA “SÍ”
MITO: “Cuando una mujer dice ‘no’, realmente disfruta secretamente ser forzada o coaccionada para tener relaciones sexuales”. O, “cuando una mujer dice ‘no’ es porque es tímida o se está haciendo ‘la difícil’, pero lo que ella quiere decir es ‘sí’”.
HECHO: Nadie disfruta ser agredida. La violencia sexual no se trata de sexo, se trata de violencia sexualiza. Nadie puede saber sin preguntar, sin diálogo, lo que la otra persona desea: al creer que cuando una mujer te dice “no” es porque es “tímida” o se está haciendo “la dificil” lo que realmente está ocurriendo es que no estás escuchando lo que ello no desea.
MITO DE LA DEUDA SEXUAL
MITO: “Si alguien, por ejemplo, una pareja, una cita o un conocido compra la cena, da un regalo, o hace un favor, la destinataria le debe sexo”.
HECHO: Nadie le debe sexo a nadie. Nadie tiene el derecho de forzar a alguien más a realizar alguna actividad sexual.
El salir con alguien y/o tener una relación de amistad o noviazgo no significa que se le “debe” sexo a esa persona.
MITO DEL ACUERDO ANTERIOR
MITO: “Una persona que ha aceptado tener relaciones sexuales previamente con alguien no puede ser agredida sexualmente por esa persona”.
HECHO: La agresión sexual es cualquier actividad sexual no deseada: está sólo ocurre porque una persona (o varias personas) forzan, de distintas maneras, a otra(s). La agresión sexual ocurre cuando una persona no quiere tener alguna actividad sexual, pero se ve obligada a ello, independientemente de si hubo o no relaciones sexuales anteriormente.
El consentimiento voluntario es activo y continuo. Esto significa que deja de estar presente si alguien cambia de opinión. También significa que una persona puede que diga que ya no quiere continuar una vez que la actividad sexual ha comenzado ¡y tiene todo el derecho a que se respete su no!
MITO DEL CONSENTIMIENTO PERMANENTE
MITO: “Si dos personas están en una relación, el sexo es una parte asumida del acuerdo”.
HECHO: El consentimiento voluntario para cualquier actividad sexual solo puede ser otorgado por las personas involucradas. Independientemente del tipo de relación establecida, sea en una relación abierta, una relación monógama o polígama, una relación conyugal (incluido el matrimonio) o cualquier otra relación, no se puede asumir que hay consentimiento permanente para las relaciones sexuales. Esto quiere decir que el novio, el marido o la pareja pueden ser agresores sexuales.
El consentimiento es activo y continuo: esto quiere decir que, más allá del tipo o tiempo de relación, es indispensable comunicar, escuchar y respetar si la otra persona consiente voluntariamente las actividades sexuales.
MITO DEL SISTEMA JUDICIAL EFECTIVO
MITO: “Una vez que se ha realizado una denuncia de agresión sexual, el presunto agresor será procesado y encontrado culpable”.
HECHO: La agresión sexual es un delito difícil de probar, ya que rara vez hay testigos, no siempre hay la evidencia física del crimen. La mayoría de los casos de agresión sexual denunciados penalmente no son resueltos a través del sistema de justicia penal.
Denunciar puede ser un proceso revictimizante para las sobrevivientes en el que las autoridades (familiares, amistades, etcétera) lejos de cuestionar los mitos, los reafirman.
[1] “No es No. Juventudes contra la violencia sexual” es un proyecto educativo que busca prevenir la violencia sexual a través de un proceso educativo en escuelas (secundarias y bachilleratos) con mujeres y hombres jóvenes, así como profesoras y profesores. En ese sentido, desde Empoderando Juventudes en alianza con Cuerpos, Identidades y Discriminación, hemos creado los talleres virtuales “Hablamos sobre violencia sexual (I y II)”. El material que leerás a continuación es parte de esos talleres. Si deseas contactarnos, puedes escribirnos a anna.kareen.leon@gmail.com o ana.leon@empojuve.org.
[2] Cfr. Comisión de la Verdad y Reconciliación del Perú, t. VI, p. 263, 2003.
[3] ONU Mujeres, “Declaración oficial de ONU Mujeres…”, [en línea], <https://bit.ly/2Vzv3a5>.