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José Hernández, El gaucho Martín Fierro: Shrine20230208 14325 Sye6k1

José Hernández, El gaucho Martín Fierro
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José Hernández, El gaucho Martín Fierro (1872 y 1879)

(acceso al poema completo aquí: https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-gaucho-martin-fierro--1/html/ff29ee5a-82b1-11df-acc7-002185ce6064_2.html)

- I

-


   Aquí me pongo a cantar

al compás de la vigüela,

que el hombre que lo desvela

una pena estraordinaria,

como la ave solitaria

 5

con el cantar se consuela.


   Pido a los Santos del Cielo

que ayuden mi pensamiento,

les pido en este momento

que voy a cantar mi historia

 10

me refresquen la memoria,

y aclaren mi entendimiento.


   Vengan Santos milagrosos,

vengan todos en mi ayuda,

que la lengua se me añuda

 15

y se me turba la vista;

pido a mi Dios que me asista

en esta ocasión tan ruda.


   Yo he visto muchos cantores,

con famas bien obtenidas,

 20

y que después de alquiridas

no las quieren sustentar-:

parece que sin largar

se cansaron en partidas.


   Mas ande otro criollo pasa

 25

Martín Fierro ha de pasar,

nada lo hace recular

ni las fantasmas lo espantan;

y dende que todos cantan

yo también quiero cantar.

 30


   Cantando me he de morir,

cantando me han de enterrar,

y cantando he de llegar

al pie del Eterno Padre-

dende el vientre de mi madre

 35

vine a este mundo a cantar.


   Que no se trabe mi lengua

ni me falte la palabra

el cantar mi gloria labra

y poniéndome a cantar,

 40

cantando me han de encontrar

aunque la tierra se abra.


   Me siento en el plan de un bajo

a cantar un argumento-

como si soplara el viento

 45

hago tiritar los pastos-

con oros, copas y bastos,

juega allí mi pensamiento.


   Yo no soy cantor letrao,

mas si me pongo a cantar

 50

no tengo cuándo acabar

y me envejezco cantando;

las coplas me van brotando

como agua de manantial.

—4→


   Con la guitarra en la mano

 55

ni las moscas se me arriman,

naides me pone el pie encima,

y cuando el pecho se entona,

hago gemir a la prima

y llorar a la bordona.

 60


   Yo soy toro en mi rodeo

y toraso en rodeo ageno,

siempre me tuve por güeno

y si me quieren probar,

salgan otros a cantar

 65

y veremos quién es menos.


   No me hago al lao de la güeya

aunque vengan degollando,

con los blandos yo soy blando

y soy duro con los duros,

 70

y ninguno, en un apuro

me ha visto andar titubiando.


   En el peligro ¡qué Cristos!

el corazón se me enancha

pues toda la tierra es cancha,

 75

y de esto naides se asombre,

el que se tiene por hombre

ande quiera hace pata ancha.


   Soy gaucho, y entiendanló

como mi lengua lo esplica,

 80

para mí la tierra es chica

y pudiera ser mayor,

ni la víbora me pica

ni quema mi frente el Sol.


   Nací como nace el peje

 85

en el fondo de la mar,

naides me puede quitar

aquello que Dios me dio

lo que al mundo truje yo

del mundo lo he de llevar.

 90


   Mi gloria es vivir tan libre

como el pájaro del Cielo,

no hago nido en este suelo

ande hay tanto que sufrir;

y naides me ha de seguir

 95

cuando yo remonto el vuelo.


   Yo no tengo en el amor

quien me venga con querellas,

como esas aves tan bellas

que saltan de rama en rama-

 100

yo hago en el trébol mi cama,

y me cubren las estrellas.


   Y sepan cuantos me escuchan

de mis penas el relato

que nunca peleo ni mato

 105

sino por necesidá;

y que a tanta alversidá

sólo me arrojó el mal trato.


   Y atiendan la relación

que hace un gaucho perseguido

 110

que fue buen padre y marido

empeñoso y diligente,

y sin embargo la gente

lo tiene por un bandido.

- II -


Ninguno me hable de penas

 115

porque yo penando vivo-

y naides se muestre altivo

aunque en el estribo esté,

que suele quedarse a pie

el gaucho más alvertido.

 120


   Junta esperencia en la vida

hasta pa dar y prestar,

quien la tiene que pasar

entre sufrimiento y llanto;

porque nada enseña tanto

 125

como el sufrir y el llorar.


   Viene el hombre ciego al mundo

cuartiándolo la esperanza,

y a poco andar ya lo alcanzan

las desgracias a empujones;

 130

¡Jue pucha! que trae liciones

¡el tiempo con sus mudanzas!


   Yo he conocido esta tierra

en que el paisano vivía.

Y su ranchito tenía

 135

y sus hijos y mujer...

Era una delicia el ver

cómo pasaba sus días.


   Entonces... cuando el lucero

brillaba en el cielo santo

 140

y los gallos con su canto

la madrugada anunciaban,

a la cocina rumbiaba

el gaucho... que era un encanto.

—5→


   Y sentao junto al jogón

 145

a esperar que venga el día,

al cimarrón le prendía

hasta ponerse rechoncho,

mientras su china dormía

tapadita con su poncho.

 150


   Y apenas el horizonte

empezaba a coloriar,

los pájaros a cantar,

y las gallinas a apiarse,

era cosa de largarse

 155

cada cual a trabajar.

…………….



  Y allí el gaucho inteligente

en cuanto al potro enriendó,

 170

los cueros le acomodó

y se le sentó en seguida,

que el hombre muestra en la vida

la astucia que Dios le dio.


………………………..


   ¡Ah! ¡tiempos!... era un orgullo

ver ginetiar un paisano-

Cuando era gaucho vaquiano

aunque el potro se boliase

no había uno que no parase

 185

con el cabresto en la mano.


   Y mientras domaban unos,

otros al campo salían,

y la hacienda recogían,

las manadas repuntaban,

 190

y ansí sin sentir pasaban

entretenidos el día.


   Y verlos al caer la noche

en la cocina riunidos

con el juego bien prendido

 195

y mil cosas que contar,

platicar muy divertidos

hasta después de cenar.


   Y con el buche bien lleno

era cosa superior

 200

irse en brazos del amor

a dormir como la gente,

pa empezar al día siguiente

las faenas del día anterior.


   ¡Ricuerdo!... ¡Qué maravilla!

 205

cómo andaba la gauchada,

siempre alegre y bien montada

y dispuesta pa el trabajo...

pero hoy al presente... ¡barajo!

no se le ve de aporriada.

 210


   El gaucho más infeliz

tenía tropilla de un pelo,

no le faltaba un consuelo

y andaba la gente lista...

tendiendo al campo la vista

 215

sólo vía sino hacienda y cielo.

……………………

   Estaba el gaucho en su pago

con toda siguridá:

pero aura... ¡barbaridá!

 255

la cosa anda tan fruncida,

que gasta el pobre la vida

en juir de la autoridá.


   Pues si usté pisa en su rancho

y si el alcalde lo sabe

 260

lo caza lo mesmo que ave

aunque su mujer aborte...

¡No hay tiempo que no se acabe

ni tiento que no se corte!


   Y al punto dese por muerto

 265

si el alcalde lo bolea,

pues ay nomás se le apea

con una felpa de palos-,

y después dicen que es malo

el gaucho si los pelea.

 270


   Y el lomo le hinchan a golpes,

y le rompen la cabeza,

y luego con ligereza

ansí lastimao y todo,

lo amarran codo con codo

 275

y pa el cepo lo enderiezan.


   Ay comienzan sus desgracias,

ay principia el pericón;

porque ya no hay salvación,

y que usté quiera o no quiera,

 280

lo mandan a la frontera

o lo echan a un batallón.


   Ansí empezaron mis males

lo mesmo que los de tantos,

si gustan... en otros cantos

 285

les diré lo que he sufrido-

después que uno está... perdido

no lo salvan ni los santos.

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SEMANAS 3 & 4 : El romanticismo y la formación de las identidades nacionales
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